Ocho de la mañana y encontramos 20 grados junto al mar en
Punta Umbría, nos espera un día caluroso, vamos preparados para ello con
sombreros, botellas de agua, abanicos y
ropa poca y fresquita.
Sevilla la fundaron los tartesios que le dieron el nombre de
“Spal o Ispal” que significa tierra llana; luego llegan los romanos y la llaman
“Híspalis” latinizándola; luego llegan los árabes y de ellos deriva el actual
nombre “Sevilla”.
Llegaron los visigodos y fue sede de la corte.
Los musulmanes nos dejan La Torre del Oro y la Giralda; esta
última tiene una forma curiosa de subir a lo alto de la torre; va por rampas en
caracol, el por qué: esta torre era un alminar y el Muecín tenía que subir cinco veces al día a
llamar a los fieles a la oración con sus gritos a viva voz, hacen la subida en
forma de rampa para poder subir a caballo. En su construcción se ve claramente
lo que corresponde al estilo árabe y lo añadido por los cristianos para
campanario y la famosa veleta, El Giraldillo; mide 104 metros de altura. La construcción
del almiar estaba rematada por cuatro bolas de bronce que desaparecen para
rematarla como está hoy con la veleta El Giraldillo.
Los cristianos como tenían por norma sobre una mezquita
edifican y trasforman en catedral para cristianizar los lugares de rito pagano;
esta catedral está dedicada a Santa María de la Sede, pero usando primeramente
la mezquita cambiando su orientación al Este como se hace en las iglesias
cristianas. Más tarde derriban la mezquita por su deterioro y es cuando construyen
la catedral, imponente que vemos hoy pero respetando la torre campanario, La
Giralda.
El cristianismo llegó a la ciudad por el siglo III cuando
fueron martirizadas las hermanas Santas
Justa y Rufina por negarse a adorar a un dios pagano; actualmente son unas de
las patronas de la ciudad.
Los judíos también tienen su importancia en la cultura de
Sevilla; de ellos quedó el famoso barrio de Santa Cruz, este es uno de los
barrios más importantes de la ciudad, corresponde con la parte de la Judería Medieval
de Sevilla. Calles estrechas, pero súper estrechas que hacen que en un día de
calor se sienta una mas fresquita; lo primero que encontramos es con la plaza
de la Santa Cruz, una placita cubierta de naranjos amargos que forman una
sombra reparadora. Esta plaza antiguamente fue una sinagoga que con la expulsión
del los judíos de España se convierte en la parroquia se la Santa Cruz que más
tarde derriban los franceses para un plan de urbanización dando lugar a la
actual plaza, en el barrio hay tres sinagogas.
Signo de la judería
Los Caños de Carmona, restos del acueducto que suministraba
de agua al barrio, en El Callejón del agua se encuentran estos restos.
Calle Sierpes con su leyenda de las serpientes. Su nombre es
por una leyenda que dice que había una serpiente en las alcantarillas: cuentan
que en el siglo XV comenzaron a desaparecer niños de la ciudad, unos culpaban a
los judíos, otros que eran los moros para esclavizarlos, había quien decía que
eran por rencillas familiares de dos familias. Un día se presento un forastero
a las autoridades diciendo que se había fugado de la cárcel por las
alcantarillas y que si firmaban su indulto les revelaría la desaparición de los
niños; firmaron y los llevó a la cárcel, y por el túnel que cavó les condujo a
las alcantarillas y allí vieron a una serpiente grandísima con un cuchillo
clavado y los restos de niños junto a ella. Esta es la leyenda de la calle
resumida.
Calle de Santa Teresa por la que vas viendo ruedas de molino
en su trayecto, según cuentan eran como “torna ruedas” para que las ruedas de
los carruajes no dañaran las paredes, difícil lo tendrían para circular por lo
estrecho de sus calles.
Pasamos por la Calle del Beso, es la calle más estrecha de
Sevilla; sus vecinos pueden darse tranquilamente un beso de balcón a balcón
pues apenas hay medio metro.
Plaza de los venerables, se llama así por el hospital de
Venerables Sacerdotes que se encuentra en dicha plaza.
Hostería del Laurel; el escritor José Zorrilla se alojó aquí
mientras escribía su obra de Don Juan Tenorio y se inspiró en los personajes
que le rodeaban para traspasarlos a su obra.
El Callejón del agua, etc. etc. un sinfín de nombres de
calles que recorrimos y en todos hay su rayito de leyenda.
Calle de la Susona; unos azulejos en el número 10 de esta
calle recuerdan la leyenda de esta judía: “en estos lugares púsose la cabeza de
la hermosa Susona ben Suzón quien por amor, a su padre traicionó, y por ello atormentada
dispúsolo en testamento”, en el otro azulejo depositaron la cabeza de la Susona.
Al parecer el padre de esta moza pertenecía a un grupo de judíos que preparaban
sublevarse en el año 1481 porque querían hacerse con el poder de la ciudad. Diego
Susón banquero y cabecilla tenía una hija, Susona que mantenía relaciones
secretas con un cristiano y del que estaba muy enamorada, escuchó los planes de
su padre y en ellos incluía el matar a su amado, no lo dudó y avisó a su amado
delatando así a su padre.
El resultado fue inmediato, arrestaron a los cabecillas y
los condenaron a muerte. Según cuentan la Susona se arrepintió de su
comportamiento y redactó el testamento para que su calavera fuera colocada
afuera de la casa donde vivió como castigo ejemplar y a petición propia y se
retiró a un convento hasta su muerte.
Plaza de Doña Elvira, en esta plaza dicen que vivió Doña Inés,
personaje de Don Juan Tenorio y su amor imposible. También en esta plaza están los
naranjos amargos.
La historia dice que el pueblo hostigado por un personaje
importante se levantó contra los judíos y los rodeó en una pequeña corrala de
la que partían varias calles, cada uno optó por huir por donde pudo y los que
se fueron por una de las calles murieron todos, desde ese día se llamó Calle de
la Muerte hasta años más tarde que cambiaron por el de Susona por ser donde vivió
esta moza. Los que optaron por marcharse por otra se salvaron y desde ese día
se llama Calle de la Vida.
Saludos amig@s.
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