Querid@s amig@s del blog; este pasado fin de semana por fin fui a Burón (desde agosto esperando este momento), mi pueblo natal y del que un pantano y el progreso del regadío me echaron comenzando el año setenta y uno. Cuando uno se va forzado del lugar donde nació siente como que se rompe o le falta algo, y necesita de vez en cuando regresar y cargar pilas como yo digo, ese viaje hace que una se sienta viva respirando y oliendo esos aromas característicos que cada lugar tiene, el aroma de Burón es ese olor a humo de la leña de haya, es como los efluvios del mejor incienso que se pueda encontrar, aquel que lo pueda vivir así sabrá de lo que hablo. Estos son los montones de astillas esperando tranquilas para ser quemadas y con su fuego calentar los hogares, promover las tertulias alrededor de la lumbre, curar las matanzas colgadas en los varales de la hornera y cocinar los suculentos guisos.
Al despertarme me saluda y da los buenos días el pico de Burín, montaña de roca caliza y emblema del pueblo, en sus laderas se fraguaron infinidad de guerras e historias desde los Cántabros, a los Franceses, hasta nuestros días con el éxodo de las gentes desahuciadas por el pantano, esta montaña tan nuestra también figura en canciones del lugar.
Valle de Rabanal, comienzo de un paseo por el valle, un paseo habitual en los días de verano pero que yo por un problema de salud hacía tiempo que no realizaba y mi alma ya lo necesitaba.
A la mitad del recorrido hay que hacer un alto para beber agua de la fuente de Juntoria, un agua buenísima, directa del manantial que nace protegido por las raíces de las hayas que le rodean.
El destino de este paseo es conocer un refugio natural preparado en el tronco de un árbol que se preparó para hacer un descanso el caminante en su paseo diario, por que diariamente se recorre este valle para solaz del veraneante.
El regreso a casa como bien se ve lo hicimos entre copos de nieve, no sentía las inclemencias del tiempo, esto era para mí una inyección de ánimo que me daba fuerzas para no notar los cuatro kilómetros de caminata que traíamos a nuestras espaldas.
Al día siguiente el itinerario fue dirección Mirva, esta vez el valle ya lució un manto de nieve pero esto no nos impidió el caminar otros cuatro kilómetros gozando del paisaje nevado y de la soledad del valle.
Aquí como ayer en Rebanal también hacemos un alto para mojar nuestra boca con el agua deliciosa de la fuente Del Arco como veis esta tierra está regada por manantiales de agua exquisita, solo necesitas llevarte un bocata.
En este pequeño valle Rellinar, lo fotografié por que en un prado que teníamos volqué la mecedora quedando debajo, yo tenía cinco meses, suerte que lo cuento. En aquellos años nuestros padres salían ambos al campo y les tocaba cargar con los bebes así que nos criamos sanos como robles, respirando los aires puros de las montañas.
Amig@s con este reportaje y esta foto ya comprenderéis el por qué de mi nombre en la Web, es en recuerdo de esos dos valles tan queridos y por los que paseo cuando tengo la suerte de ir a mi pueblo, es una pena que mis fotos no hagan honor a la belleza del lugar y que os aseguro que es impresionante.
Si amig@s, este es mi nombre de adopción.
Saludos y si voy en Semana Santa os cotare mas cositas de mi pueblo.
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