Hicimos un viaje a Santander donde Isabel la amiga de Epi (compañera
de mi grupo) nos hizo de guía amablemente y nos mostro un poco de lo mucho que
hay que ver en esta ciudad. Estábamos con el tiempo limitado por el horario del
tren de regreso.
Al salir de la estación comenzamos el recorrido por los
jardines del paseo de Pereda; lo primero que veo a lo lejos es una construcción
con aires de ser súper moderna que
desentona del entorno en el que se ven edificios con arte, solera e historia y
yo que de arquitectura no entiendo me dejó horrorizada, son unas moles que inexplicablemente
está construyendo el banco de Santander; quizás por ser quien es se le permite
semejante despropósito. Justo al lado del mar y en medio de la zona más emblemática.
Al lado mismo está el monumento a las víctimas de la explosión
del vapor de cabotaje “Cabo Machichaco”
sucedido el 3 de noviembre de 1893. Nos cuenta que al declararse un incendio a
bordo su carga que eran varias toneladas de dinamita explosionó y mató a todo
el que paseaba plácidamente por el paseo, fueron más de 500 personas las
muertas, también hirió a muchas más y arrasó dos calles completas de la ciudad.
El monumento en si es muy bonito pero lo que representa me
impactó mucho; la escultura de una mujer con su pelo largo achicharrado en
torno a su cara o la ropa toda a jirones es escalofriante, así como la expresión
de sus caras. Estas víctimas estaban en
el parque como un día cualquiera y el barco que estaba atracado en la bahía al
explosionar las llamas arrasaron con todo lo que pillaron a su paso.
También en el paseo de Pereda está el monumento que la
montaña santanderina dedica a este
escritor también Cántabro; la cima de esta montaña simulada con bloques de
piedra la ocupa una figura del novelista, el resto de las figuras son
representaciones de sus novelas.
Pudimos disfrutar de la visión de las estatuas a los “Raqueritos”,
es curioso el conjunto y la historia que les acompaña; eran unos niños pobres
que siempre andaban por el puerto mendigando y los señores adinerados les
tiraban monedas al agua para que se tiraran a rescatarlas.
Después de admirar este parque tomamos un bus que nos llevó hasta
la playa de Piquio; es un lugar precioso con sus jardines y su infinidad de
arboles de tamarindo así como gigantescas palmeras. Estos jardines separan las
dos playas del Sardinero con un mirador en forma de pérgola semicircular, es
como un balcón al mar.
También en esta zona nos encontramos con el majestuoso casino,
es una joya arquitectónica muy bien
cuidad. Nos comenta Isabel que en ciertos días de agosto abre sus puertas a
todo el que quiera diversión con cenas amenizadas con gran baile.
De nuevo tomamos el bus y regresamos a nuestro punto de
partida para tomarnos el típico chocolate con churros que es una costumbre en
Santander, no llegue a enterarme de por qué y mira que lo pregunté. El típico chocolate
está hecho como el de antaño, sin leche, resultando ser un chocolate negro,
espesito y muy sabroso.
A continuación nos acompañó a un centro cívico cercano donde
disfrutamos de un baile muy animado y el ensayo del grupo de teatro del centro
del que Isabel es participante y protagonista de la obra y doy fe de que con
merecimiento.
Finalmente la estación del tren y de regreso a Lierganes después
de una tarde agradable y completita con
la compañía de Isabel.
Bueno amig@s, hasta mi próxima entrada, besotes.
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