2ª parte:
Nuestra siguiente parada es en el Monasterio de Miramar fue fundado en
1276 por Jaume II, a petición de Ramón Llull, para acoger un colegio de
misioneros dedicado a la enseñanza del árabe y otras lenguas orientales, con el
objetivo de preparar a frailes para convertir infieles al cristianismo.
El Beato Ramón Llull, pasó casi tres años en Miramar, donde se dedicó a
enseñar a 12 frailes y a escribir algunas de sus obras, este Beato era fanático
del numero tres y basaba su existencia en ese número. Uno de los frailes que
preparó fue fray Junípero Serra que trajo tierra de California para unirla con
la de Mallorca bajo una torre vigía cercana al Monasterio.
El Archiduque Luis Salvador de Austria compró este
Monasterio en 1872 al enamorarse de la costa de Mallorca. Según escribe el
mismo archiduque, “ningún otro lugar de la tierra puede llevar como nombre
Miramar. La Emperatriz Sisi prima del archiduque se alojó dos veces en Miramar
a su paso para Madeira.
La visita al monasterio empieza por la sala de mapas del
Archiduque y la antigua "tàfona" (molino de
aceite), situadas en un pequeño edificio que se encuentra en la entrada. A
continuación se visita el jardín repleto de unas flores amarillas con un aroma
a miel muy agradable llamadas “Coronitas Valentinas”, y el claustro, que el
Archiduque hizo construir a partir de unos arcos góticos del siglo XIII
provenientes del antiguo convento de Santa Margalida de Palma.
En el interior de la casa, se exhibe la escultura de mármol de Carrara realizada en memoria de Vyborny, primer secretario de Luis Salvador, representa a un joven bien agraciado; estaba destinada a la sepultura del secretario pero al llevársela para que la viera decide que donde mejor está es en esa sala y ahí queda.
A los 39 años fijó su atención amorosa en “la payesa” Catalina Homar; era por el año 1886. Se consideró a Catalina su amante y a la muerte de esta con 37 años escribió un libro sobre ella y colocó un monumento funerario en Estaca, la finca que le había regalado y que hoy es propiedad de Michael Douglas.
Hay una capilla dedicada a la Virgen de la Guardia y sobre el altar de la ermita se expone un tríptico que en su panel central representa a la Santísima Trinidad; en su panel derecho se halla personificada Catalina Thomàs, la conocida Santa Mística Valldemossina y, en el izquierdo, el propio Ramón Llull. Este le mandó hacer el archiduque pues era muy devoto, de misa diaria y le gustaba hacer oración.
El Archiduque Luis
Salvador murió en 1915, deja en el testamento como heredero universal de
todos sus bienes a Antonio Vives, su
segundo secretario personal, colaborador y hombre de confianza, que conoció en Mallorca, y que le acompañó desde 1872 hasta
su muerte.
Hay mucho más para
contar sobre este Monasterio pero lo dejo para que valláis y lo descubráis.
Siguiente parada en La
Granja de Esporles; en 1229 el rey Jaume I entrega La Granja al conde Nuño Sanz
que se estableció en ella. En 1239 cedió la Granja a los monjes Cistercienses
que la tuvieron durante 200 años y formaron en ella un monasterio, con molinos
de agua aprovechando sus manantiales en caída de diez metros, también talleres
de piel y telares. En el siglo XIX pasó a ser propiedad de la familia Fortuny.
Hoy en día el
propietario la convirtió en mansión-museo para dar a conocer las tradiciones
rurales de Mallorca con sus telares, curtidos de pieles, batanes, elaboración
del aceite y del vino, etc. Está llena de salas, dormitorios, cuartos de niños
y juegos, lo que sería una mansión de agricultores adinerados de la época.
Tiene la planta de los
criados en la que se aprecia el cambio de comodidades que había. También hay
una cámara de tortura, capricho del nuevo propietario, no es que fuese común en
la época.
La arquitectura de la
casa es de inspiración renacentista, bien conservada para atender a una gran
cantidad de visitantes.
En esta visita comimos en unos amplios comedores y seguidamente hicimos el recorrido por la zona museo y casi en su comienzo encontramos una impresionante escalinata azulejada de azul y con fuentes, preciosa; También en el patio había una muestra del típico bordado mallorquín. Al finalizar esta visita teníamos pequeños toneles con diferentes vinos dulces, tipo mistelas y moscatel cortesía de la casa y una degustación de buñuelos regados con las ricas mermeladas que se elaboran en la zona así como quesos y sobrasadas; todo un placer para el paladar.
Amig@s ahora ya me despido hasta la siguiente salida que hicimos.
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