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Amig@ mí@, cuando mi voz calle, cuando mis manos no recorran alegres el teclado, entonces mi corazón seguirá hablándote y tus ojos seguirán leyéndome.

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jueves, 19 de mayo de 2011

MI VIAJE POR SALAMANCA

Queridos Blogueros, (¿es así como se dice?) cuando una llega a cierta edad nos llega la hora de hacer algunas cosas por que nos lo tenemos bien merecido, como el ocuparse de una misma, y eso es lo que hice yo estos días pasados. Me dedique a cuidar mi cuerpo y mi espíritu en el balneario de Retortillo, a hacer nuevas y bonitas amistades y a hacer turismo que enriquece nuestros conocimientos.
En mi viaje y de paso por Salamanca aproveché la ocasión y me cité y encontré con un Cyber-amigo, fue bonito el encuentro y el llegar a conocernos; mantuvimos una larga charla y él galantemente me regaló dos libros, gesto que me emocionó por mi afición a ellos, uno tenia una emotiva dedicatoria. Lo positivo de este encuentro es que ya nos pusimos cara, ya no somos unos eternos desconocidos.
Llegué al balneario el viernes día 6 de Mayo por la tarde y al poner pie en tierra supe que me gustaría, me sentí como en casa, lo primero que me llamó la atención fue ese monte, esas encinas centenarias que rodean el balneario, incluso algunas me atrevería a decir que milenarias por el grosor de sus troncos y el capricho de sus ramas, se pueden encontrar hasta con ocho brazos, todas resplandecían de colores bañadas por el atardecer que hacia resaltar su verdor y el dorado de sus flores, prestándole al entorno un embrujo especial. No pude reprimir el impulso de tocar sus rugosos troncos, como si con ese gesto pudieran transmitirme la fuerza que las mantiene unidas a la tierra durante tantos años, ahora comprendo a Machado, con su amor por la encina.
 ¡Encinares castellanos
en laderas y altozanos,
serrijones y colinas
llenos de oscura maleza,
encinas, pardas encinas;
humildad y fortaleza!
Otra peculiaridad que me llamó la atención fueron esas rocas graníticas tan pulidas y redondeadas por la erosión y en eterno equilibrio unas sobre otras, como peleándose entre si por mantener su estatus, canchales es como las llaman los lugareños.
Esta forma de rocas nos llama la atención sobre todo a los que nacimos al abrigo de esas otras altas montañas, compactas y calizas, donde el macizo rocoso es todo uno y firme, con esas cuevas prehistóricas, profundas y misteriosas.
El río Yeltes es el que discurre bajo nuestras ventanas, encajado y profundo, entre canchales, deleitándonos con su cántico la cercana cascada, la carretera que va a Villavieja cruza este río por un altísimo puente de tres ojos.
Rodea el balneario un cuidado pero a la vez agreste parque por el que se puede pasear y a su vez descansar en rústicos bancos de piedra colocados oportunamente como para un encuentro romántico.
En fin, que el estar aquí unos días, en este paraje natural y privilegiado relaja cuerpos y espíritus. Os aconsejo hacer una escapada.

1 comentario:

  1. Realmente crei por unos momentos estar yo en el lugar que tan bien describes. Nunca es tarde para comenzar este blog, que seguramente,llenaras de historias y viajes estupendos y de los que yo estare pendiente.Un abrazo.

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