Con esta rosa que nos manda el blog de “Costura con café”
quiero comenzar esta entrada.
Si
amigas, tenemos que felicitarnos en este día que la sociedad nos dedica, sin ánimo
de ofender a nadie, ya era hora de que se reconociera nuestro trabajo y entrega
en el ámbito familiar y laboral. En el ámbito familiar somos unas
pluriempleadas natas, nuestra jornada nunca termina con las ocho horas
estipuladas, siempre continúa de sol a sol, las 24 horas del día; tenemos que
ejercer de sumisas confidentes de nuestros maridos cuando llegan estresados de
sus quehaceres, hacer que se sientan cómodos en el hogar, ¿y quién será nuestro
confidente de los agobios del día de continuo trabajo? La labor de la mujer
siempre es considerada de segundo orden e importancia.
Recordemos
a esas mujeres (que las hay y muchas) que acuden a los trabajos del campo como
agricultoras y que después de ello tiene que preparar la comida familiar además
de otros quehaceres, mientras sus cónyuges descansan plácidamente en el sofá y
en el peor de los casos reclamando para sí una atención rápida. La culpa de que
sea imprescindible en casa es sólo nuestra y de la educación que nos dieron. Ya
sé que el comportamiento que tenemos no es más que un dejarse llevar por la rutina.
Seguiremos poniéndoos todo al alcance de la mano, jugando nuestro papel de
omnipresentes para que nos queráis más porque así es como nos educaron.
Recordemos
a esas mujeres que aun están bajo la opresión del dueño o señor que es su
marido y viven un infierno de alejamiento de la sociedad y el modernismo, las
que tan solo son consideradas como vientre de alquiler para la proliferación de
la especie y a su vez para goce del dueño, esas que siguen escondiendo sus
caras a las miradas del mundo.
Recordemos
principalmente a las víctimas de la
violencia de género, “la maté porque era mía”, si amigas, somos
consideradas de su propiedad y se creen en el derecho de hacer lo que les
plazca con nuestras vidas; elevemos una oración hoy por ellas, esas que bien podríamos
considerar mártires.
El
8 de marzo se fija en los calendarios como el día de la mujer trabajadora a
raíz de un hecho trágico conocido por todos: la muerte de un grupo de mujeres
trabajadoras en una fábrica de camisas a causa de un incendio provocado por el
dueño de la misma como respuesta a las protestas de las trabajadoras, que no
eran otras que un salario y unas condiciones laborales justas. Otro que se consideraba
dueño y señor, ¡qué pena!.
La mejor mujer del mundo es una que a pesar de los
problemas no se deja vencer por la decepción, arranca el dolor de su corazón y
empieza de nuevo; pone buena cara a la adversidad y hace que a su alrededor se
respire paz y amor y ese es el prototipo de la mujer en general.
Queremos
servicios de atención a la infancia y a las personas dependientes para que esto
no se cargue sobre nuestras espaldas, tenemos que ser madres, profesoras,
enfermeras, sicólogas y compañeras de juegos, todo en uno, “tenemos que ser
madres porque eso se espera de nosotras” y en la mayoría de los casos sin un
apoyo de la ley y lo peor sin el apoyo en nuestro entorno por que se da por
sentado que es nuestra obligación como mujer.
Queremos
que no nos maten a palos como está sucediendo, que no nos discriminen en lo
laboral por nuestra condición de mujeres, que no utilicen nuestro cuerpo como
reclamo publicitario ¿Por qué la mujer tiene que representar y estar en un
escaparate para vender un producto?.
Queremos
que nos nombren para los puestos que estemos preparadas sin distinción de cargos
ni salarios. Existir en los papeles no solo en las crónicas funestas de
maltratos y demás vejaciones.
Queremos
que nuestra voz cuente, se escuche y tenga la misma autoridad que la que tiene
la de los hombres.
El trabajo fuera del hogar ha sido, en el
último siglo, la gran conquista de la mujer. En dos generaciones ha cambiado,
tras muchos años de historia, y ya no llevamos el papel de nuestras abuelas.
Las mujeres siempre han trabajado, ya sea educando a sus hijos, cuidando de su
familia u organizando el hogar en jornadas interminables. Desde hace tiempo,
además, han salido de casa, ganando en independencia y libertad, y reparten sus
energías en actividades remuneradas fuera del ámbito doméstico. El trabajo es
saludable para la mujer igual que lo es para el hombre y otorga la independencia económica. Pero
sigue siendo la encargada de llevar el timón de la familia de puertas adentro,
si que ya van cambiando algo las cosas y los hombres van ya participando algo
en esa labor.
Hoy es 8 de marzo y se celebra el Día de la mujer trabajadora. Por eso traigo hoy también
el tema de la mujer en la Iglesia católica porque, al parecer, según las malas
(nunca mejor dicho) lenguas, está mal considerada, o mejor, nada considerada
cuando la mujer también trabaja en la viña del Señor aunque, eso es cierto, de
una manera muy distinta como algunos o algunas querrían que trabajara. ¿Qué sería
de nuestra religión sin la existencia de María? Fue una mujer la que cobijó en
su cuerpo al hijo de Dios.
En el Discurso que Benedicto XVI pronunció
en Luanda (Angola) relativo a la “promoción de la mujer”, atendió a la importancia que las
hijas de Eva tienen en el mundo de hoy, así, dijo que: “la historia habla
casi exclusivamente de las conquistas del hombre, cuando, en realidad, una
parte importantísima se debe a la acción determinante, perseverante y
beneficiosa de las mujeres”.
Dice el refrán “Detrás de un gran hombre siempre
hay una gran mujer” pero siempre detrás, ¡cuando llegará la hora de caminar
parejos por la vida!
Saludos amigas, y a celebrar nuestro día con una
cena coloquio como yo lo pienso hacer.
Besotes.
Hola Mirva ,coincido con lo expuesto por ti en ésta entrada !
ResponderEliminarFeliz dia tambien para tí!!
Un beso ,grande y hasta pronto.