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Amig@ mí@, cuando mi voz calle, cuando mis manos no recorran alegres el teclado, entonces mi corazón seguirá hablándote y tus ojos seguirán leyéndome.

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viernes, 23 de septiembre de 2011

COMO VIVÍ LAS FIESTAS DE ASTUDILLO


Hoy regreso a casa después de unos días de fiesta en Astudillo (Palencia) con el cuerpo cansado pero con el ánimo pletórico de contento y feliz por la experiencia vivida.
La acogida que me dieron fue sensacional tanto mi amiga Mónica como su familia y también la “peña Taurus” a la que pertenecen sus hijas. Fue una sensación nueva el ver y vivir la fiesta de esa forma que yo no acostumbraba, fue una fiesta de camaradería y amistad, de las comidas en las distintas bodegas y el baile en la plaza, de juerga de “charanga” de la mañana a la noche, etc.

Lo que más me llamó la atención es la afición profunda a la fiesta de los toros, siendo un pueblo en el que no se crían toros ni salió nunca un torero. La tradición del “toro enmaromao” data en el pueblo de hace mas de cien años, eso que se conozca, tienen una continua pelea con los detractores de la fiesta taurina que por todos los medios pretenden romper con esa tradición pero dieron con un pueblo unido que ante todo lucha por sus tradiciones y yo los aplaudo. Yo interpreto esa fiesta como una demostración de la fuerza de un pueblo ante la bravura del animal, hasta su dominio, el toro no es maltratado como pretenden demostrar, es dominado por la astucia del hombre. Lo pasean por las calles del pueblo sujeto por dos maromas (de ahí el nombre) y lo regresan a la plaza de toros.
Otra tradición que también me gustó fue el arraigo musical que tienen, por mediación de los Salesianos que hasta este año eran vecinos del pueblo tienen una orquesta de pulso y púa Astudillana con sus veinticinco componentes y con renombre ya en el mundo de la música. Nos deleitaron con su treinta y dos concierto en el Real Convento de Santa Clara, también situado en Astudillo al que asistió el pueblo en pleno; con obras de Strauss, Mozart, Rimsky Korsakow, y un largo etc. incluyendo tangos,  pasodobles, jotas, etc. Fue un placer para los sentidos, transportándonos con sus acordes a un mundo de relajación y fantasía.
El pueblo de Astudillo es como un libro abierto por la pagina de la historia, todo él es historia viva, con su castillo que llaman de La Mota que parece ser edificado por el siglo XV, derruido y que apenas quedan dos comienzos de torreón y varios lienzos, y en el que se fueron adosando bodegas por todo el contorno de la montaña en la que está situado, esas bodegas dicen que eran pasadizos subterráneos defensivos y que cada vecino aprovechó para madurar sus vinos en ellos. La villa se defendía además con unas  murallas de las que aún se conserva una de sus puertas "Arco de San Martín" y el torreón en la cerca del Convento de las Claras.
Cuenta también con diferentes Iglesias, la antigua iglesia gótica de Santa Eugenia fue reconstruida durante el siglo XVI y recientemente se ha acondicionado como Museo Parroquial. Entre las obras expuestas cabe destacar el retablo mayor hispano flamenco relacionado con el taller de Gil de Siloé, varias esculturas góticas, una interesante colección de orfebrería religiosa y trajes litúrgicos, y un mosaico del siglo IV procedente de la villa romana de "El Oro". También en una reciente restauración fueron encontradas tras el retablo del altar mayor  unas ventanas góticas que se encontraban tapiadas. 
 Dentro del casco urbano de la población se ubican las ermitas de San Marcos y La Cruz. Además en su término municipal se encuentran los santuarios de Valdeolmos pequeña ermita del siglo XIII, El Cristo de Torre  singular edificio construido entre los siglos XII-XVI  y Espinosilla. En este Cristo de Torre es donde se remata la fiesta de La Santa Cruz con una romería en la que se reparte un plato de toro con patatas a todos los asistentes, este guiso lo hacen las Clarisas dándole un gusto exquisito, doy fe de ello.
Este es un pueblo con grandes y poderosos agricultores de los que quedan sus casonas dando fe de ese esplendor no muy lejano; también hay  tradición de siglos de pastores, aun se encuentran por las fincas los típicos rediles con su casa de pastor construida de las piedras que se recogían del campo, con su barrio denominado de los pastores (de los que ya casi ni quedan).
Hubo alguna familia de  alfareros y de los que ahora están haciendo un seguimiento para dar a conocer su obra, y tuve la suerte de fotografiar algunos de los juguetes con los que obsequiaba a los sobrinos.
Este pueblo fue residencia habitual de D. Pedro I “el cruel” y María de Padilla “la reina sin corona”,  dice la leyenda que aquí fue donde la tuvo emparedada, en el palacio que hoy ocupan las Claras, estas monjas lo restauraron ellas con sus propias manos, sin participación exterior y logrando un resultado excepcional.
Cuenta Astudillo con minas de yeso o yeseras como las llaman, están luchando para lograr que sean de interés turístico las antiguas yeseras. Este yeso tenía buena fama por su pureza y blancura; en las casas del pueblo lo ponían en el suelo bien pisado, pulido y tintado de rojo hacían un suelo resistente y bonito.
Tienen como juego autóctono “La Tuta” juego parecido a la petanca.
Queridos amigos, espero que este relato logre atraer vuestra curiosidad e ir a visitar Astudillo, merece la pena este viaje. Saludos.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Queridas amigas; por estas casualidades de la vida me encontré con otro Blog con las mismas aficiones que yo, no es que este lo dedique a los trabajos manuales (en alguna ocasión pondré alguno) pero es que la aguja y yo nos complementamos, nos queremos y disfruto viendo otros trabajos. Después del Blog de Maria-Jose encuentro este de Mari y Viges entre bastidores, ambos son encantadores y disfruto viéndoles.
Saludos compañeras Blogueras y felicidades por vuestro trabajo.

lunes, 5 de septiembre de 2011

EL MANTO FEMENINO

El manto es una prenda de abrigo que usaban las mujeres rurales sobre todo las de la montaña para combatir el frio y las inclemencias del tiempo. La moda del abrigo no había llegado a la comarca ni el poder adquisitivo daba para él.
La palabra manto, viene del latín mantum, que a su vez es de origen incierto, fue de uso general en todas las épocas, la palabra manto solo la usó el castellano para la indumentaria.
De manto, surge manta como «prenda de abrigo de la cama».
De ser abrigo de cama y otros usos, pasó a formar parte del
vestido y del traje.
Es una especie de gran pañuelo, que ofrece diversas variantes
Según su forma, medidas, tejidos y usos; se distinguen cuatro tipos:
a) La que cubre sólo la cabeza (mantilla)
b) El que cubre cabeza y hombros
c) El que llega hasta la cintura
d) El que va de los pies a la cabeza (cobija).
En Asturias, los más usuales son los dos primeros y en la montaña de León se conocían los tres primeros. Aquí, los primitivos mantos eran simplemente rectangulares y se colocaban «sobre la cabeza por la parte media del orillo en su lado más largo, para tomar con las manos y entre sus brazos los extremos del  manto y cruzarlos sobre el pecho arrebujándose en él» (se ataba atrás cuando se estaba haciendo labores del campo para sentirse abrigadas y que las cerras no arrastren por el suelo).
Los mantos se diferenciaban por las materias textiles de lo que se hacían, por la gordura de su tela de lana, era más propia del invierno, y por lo mismo preferida como abrigo, se les solía conocer como mantos merinos hechos de lanas escogidas de ese animal y trabajada peinada para sacarles el pelo, eran generalmente negros, los de algodón, u otra materia más liviana se usaban para entretiempo, había otros paños como la estameña que se usaba para dengues, rebociños y manteos, así como para algunos pantalones de caballero pero no tanto para los mantos.
Había mantos de corte cuadrado y con cerras en todo su alrededor, podía usarse: bien doblado por su mitad en forma rectangular, o doblado por la diagonal, en triángulo, (de esta forma se podía ajustar ceñido al cuerpo y atado atrás).
Esta típica prenda española, podía ser al tiempo señorial y popular, dependiendo de la riqueza de su tejido, pues viste
por igual los hombros de la señora como de la gitana o campesina, y se puede llevar con donaire dando salero al caminar con sus cerras al viento.
Otra variante del nombre de manto es el chal; se lo define por algunos diccionarios como una «especie de mantón o prenda amplia con la que se cubre el cuerpo femenino». Es decir; un simple rectángulo de cualquier tejido que cubre los hombros y las espaldas hasta la cintura o cerca de ella, y, cruzada sobre el pecho, que también abriga si se quiere, baja en dos anchas y vistosas tiras rematando en flecos.
LA TOQUILLA
Entre esas múltiples derivaciones o denominaciones podemos incluir también, como prenda de abrigo, la mal llamada en este caso toquilla pues en nada se parece a una toca.
De hechura triangular  y puntas largas, hasta el borde de la falda, puesta a la espalda sobre los hombros se cruzaba por delante sobre el pecho, y se ataba por detrás a la cintura. También las había cuadradas, se le denominaba toquilla al manto de tejido más fino y que regularmente se usaba en los domingos y fiestas, (estas eran hechas en telares mas industriales).
La toquilla cuando se hacía en la casa solía confeccionarse generalmente a ganchillo, rematada con una gran cenefa alrededor y a partir de ésta las cerras o flecos.
En invierno se usaban los mantos de lana, generalmente negra, como queda dicho había unos muy calentitos a los que se le sacaba el pelo por una de sus caras y eran muy agradable el arrebujarse en el. En verano los tejidos eran más ligeros como los de «pelo de cabra» que era más ligera y brillante.
Fue la prenda de encima más sencilla y quizás la más utilizada, por los años 60 aun se veían mantos entre las gentes de los pueblos.
El manto también fue una prenda obligada e impuesta a la mujer para asistir a las Iglesias, en los escritos que sobre el manto hizo Elsa Pérez se encuentran datos de la obligatoriedad de su uso en los Templos, tenían que cubrir con el manto la cabeza bajando por los hombros, bajo pena de reprensión y castigada conforme al exceso y a las circunstancias, incluso multa y prisión si así lo consideran los Jueces.
Había un manto de seda o de un tejido de lana fino, negro y  en alguna ocasión transparente que llevaban las mujeres en señal de luto, era por ello llamado “mantilla de luto”, y según relata Elsa Pérez en las tasas, de 1680 la vara de esta tela valía a siete reales y medio.
En la montaña occidental se usó el chal hasta los años cincuenta o sesenta, eran las personas de cierta edad las que se resistieron a dejar su uso.
En la montaña de Valdeburón se le conoció por varios nombres; “charpe”, “manto”, “chal” o “toquilla” dependía de la finura en el lenguaje de las gentes al referirse al manto.
Hay infinidad de anécdotas sobre dicha prenda; nos contaba  mi padre que cuando era un rapaz iban al rosario y en las Iglesias de los pueblos se separaban hombres y mujeres, estas adelante y los otros atrás, pues bien, mi padre con su cuadrilla de angelitos se dedicaban a anudar las cerras de los mantos de la última fila de las mujeres, cuando la primera mujer salía se llevaba en ristra todos los mantos y los rapaces “pies pa que os quiero” sino cobraban unos buenos mamporros. También contaba que en los oficios de las tinieblas de Viernes Santo al sonar las carracas y matracas ellos clavaban los mantos al piso. Contaba que al salir del rosario en el invierno como ya era noche cerrada y no había alumbrado público, cogían una soga y se dividían los rapaces colocándose a un lado y otro de la carretera amparandose en la oscuridad, tensaban la cuerda por la altura de la rodilla y según llegaban las mujeres arrebujadas en el manto iban cayendo unas encima de otras, como las manos las tenían dentro del manto paraban la caída con las narices haciéndose un montón de mujeres,  en fin unos angelitos ¿no?
Siguiendo esta línea seguiré poniendo cosas que me recuerde para mantener vivo el recuerdo de lo que antes fue y ya es historia, espero vuestras opiniones sobre los temas.
Saludos amig@s Blogueros.